La Cordillera es uno de esos tantos nombres españoles que nos encontramos en un país que fue colonizado por España durante 300 años y Sagada cuyo nombre fue creado por los españoles por los que segaban el arroz es un ejemplo de ello.
El viaje en autobús es largo, 6 horas y el vehículo es viejo y rudimentario aunque sube bien las empinadas cuestas de los continuos puertos de montaña que vamos atravesando. No paramos de subir y en las dos primeras horas la niebla impide ver lo que se intuía que eran escalofriantes terraplenes de varios cientos de metros de altura y aunque parece increíble y en contra de los pronósticos, el tiempo va mejorando y las nubes van dejando huecos que nos permiten ver los espectaculares paisajes con enormes montañas y preciosas terrazas de arrozales que nos van acompañando a lo largo del trayecto.
El viaje en autobús es largo, 6 horas y el vehículo es viejo y rudimentario aunque sube bien las empinadas cuestas de los continuos puertos de montaña que vamos atravesando. No paramos de subir y en las dos primeras horas la niebla impide ver lo que se intuía que eran escalofriantes terraplenes de varios cientos de metros de altura y aunque parece increíble y en contra de los pronósticos, el tiempo va mejorando y las nubes van dejando huecos que nos permiten ver los espectaculares paisajes con enormes montañas y preciosas terrazas de arrozales que nos van acompañando a lo largo del trayecto.
Obviamente yo no duermo porque estoy haciendo la foto pero Marta lo intenta.. Difícil con tanta curva...
Nuestro autobús, que sale a las 9 da servicio a toda la region y la gente va subiendo y bajando allí donde lo pide por lo que durante nuestro recorrido realiza decenas de paradas aunque creo que los únicos que hemos hecho el trayecto completo hemos sido Marta y yo y por supuesto éramos los únicos extranjeros.
A las 15 horas hemos llegado a Sagada, un pequeño pueblo que cuenta con una cierta infraestructura para mochileros aunque ahora en la estación de las lluvias es temporada baja y somos muy pocos los visitantes.
Buscamos alojamiento y encontramos el Masferrė Inn que pinta bien en donde no funciona el wi-fi, algo bastante habitual en estas montañas.
Decidimos relajarnos dando una vuelta por sus calles y disfrutando de un masaje que nos habíamos ganado el día de ayer.
Mañana nos dedicaremos a ver los alrededores y sus famosas cuevas y ataúdes colgantes, hoy tocaba irse a dormir pronto.
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