He cambiado de hotel, por eso de probar. El de hoy está algo más céntrico lo que permite pasear por Makati más fácilmente, pero aunque está bien, creo que cambiaré mañana. Quizás por un hotel bueno para esos dos últimos días en los que no tengo nada especial que hacer, sólo disfrutar de lo poco que queda de vacaciones.
Como la habitación no podía cogerla hasta las 2 de la tarde, he dejado la mochila y me he ido avenida abajo hasta el Ayala Museum ya que me quedé con ganas de verlo el otro día.
El camino hasta allí es sencillo, solo tengo que poner rumbo Sur en la avenida de Makati y tras 1,6 kilómetros (información del GPS), me planto allí. El día es muy bueno y soleado, lo que no es lo mejor para este tipo de paseos ya que el calor y la humedad hace que sudes mucho, sobre todo por la cara. Algunos filipinos van por ahí con una pequeña toalla en la mano y están constantemente pasándosela por la carne para quitarse el sudor. Otros sin embargo, sobre todo las mujeres, suelen ir con el paraguas para protegerse del sol, lo que no es mal asunto ya que puede empezar a llover en cualquier momento
Tras tomar algo en un Starbucks, a precio filipino, entro en el Museo. Está situado entre las plantas 2 y 4 del edificio que comparte con los "Malls" Greenbelt.
La parte que me importaba a mí está en la segunda planta. Se trata de un conjunto de 60 dioramas que cuentan la historia del país de una forma amena, desde la prehistoria hasta la independencia.
Desde la llegada de los españoles que estuvieron más de 300 años, han sufrido después la invasión de los americanos y los japoneses. Estos últimos estuvieron poco tiempo y la única huella que dejaron son la desolación del país y las bestiales masacres con sus habitantes. Los americanos, es cierto que dejaron el inglés como segunda lengua oficial, pero también derramaron mucha sangre.
Al final, creo que fuimos nosotros los que menos daño hicimos, y nuestra huella es la más acentuada, sobre todo por la religión y por la amplia utilización de vocablos y apellidos españoles, que hace que en algunas ocasiones parezca que estás cerca de casa.
La parte que me importaba a mí está en la segunda planta. Se trata de un conjunto de 60 dioramas que cuentan la historia del país de una forma amena, desde la prehistoria hasta la independencia.
Desde la llegada de los españoles que estuvieron más de 300 años, han sufrido después la invasión de los americanos y los japoneses. Estos últimos estuvieron poco tiempo y la única huella que dejaron son la desolación del país y las bestiales masacres con sus habitantes. Los americanos, es cierto que dejaron el inglés como segunda lengua oficial, pero también derramaron mucha sangre.
Al final, creo que fuimos nosotros los que menos daño hicimos, y nuestra huella es la más acentuada, sobre todo por la religión y por la amplia utilización de vocablos y apellidos españoles, que hace que en algunas ocasiones parezca que estás cerca de casa.
En la tercera planta hay exposiciones de arte filipino y en la tercera cerámica China, ya que los chinos estuvieron mucho tiempo en el país, pero como residentes. Tan sólo piratas chinos intentaron tomar Manila en una ocasión pero las tropas españolas con la ayuda de los filipinos consiguieron derrotarlos. En aquella época llegaron a deportar a todos los chinos excepto a los que habían adoptado la religión cristiana. Además en esta planta hay muchas joyas y utensilios de oro de épocas precoloniales, en donde me ha llamado fundamentalmente la atención las máscaras funerarias. Resulta curioso que antes de que se conectaran los pueblos a través de las diversas colonizaciones, el oro estaba asociado a la religión en todas las partes del mundo.
La vuelta hacia el hotel ha sido algo mas plácida. Habían algunas nubes más y el sol no pegaba tan fuerte y he aprovechado para dar una vuelta por el barrio del nuevo hotel, que está en la zona de P. Burgos, que es una pequeña zona roja de Manila. Aunque ahora los locales están cerrados, llama la atención en la puerta de todos ellos hay carteles que entre otras cosas prohíben la entrada con drogas y con armas de fuego... por si acaso, no me acercaré esta noche.
El caótico tráfico del centro de la ciudad está bajo el control de los guardias urbanos que se sitúan en los cruces más importantes, por lo que los semáforos no tienen ninguna utilidad en esas zonas. Francamente no sé si son la solución o quien crean los problemas. No es difícil estar parado varios minutos en un punto hasta que te da paso.
Por la tarde, a eso de las cuatro, cayó una tormenta fuerte, pir lo que aproveché para dormir una siestecilla mientras algunos truenos hacían retumbar la habitación.
Luego he bajado a tomar algo y hacia hasta fresquito, pero ha sido algo pasajero y cuando he salido para ir a cenar, de nuevo teniamos los habituales 27 grados de cada noche, así que me he ido caminando despacio para el centro.
Hoy habia mas gente de lo habitual... Es viernes noche!! A ver como viene el fin de semana.
¡Civilización !
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