Por la mañana hemos decido ir al Echo Valley, tras atravesar el cementerio del pueblo en el que nos hemos encontrado de nuevo los nombres y apellidos de procedencia española en la mayoría de las tumbas, pese a que gran parte de la población tiene origen en las tribus indígenas de culto animista. La razón estaba clara, estos últimos tenían costumbres bien diferentes...
El Echo Valley tiene dos características que le hacen único, la primera y tal como indica su nombre es el eco, efectivamente el valle es muy educado y cuando le gritas "Hola!!!" te contesta con el mismo saludo. La segunda característica del valle es que en sus enormes paredes de roca colgaban los ataúdes, nadie sabe bien cómo, con el fin de que los restos mortales estuvieran más cerca de sus dioses. Aún hoy hay gente que utiliza este sistema tan original para mantenerse fresquito en la vida eterna, aunque sí bien, cada vez menos. Nos comenta un guía que el Día de Todos los Santos hacen una gran cena en casa y que los espíritus cenan con ellos y de esa forma no tienen que visitar las tumbas. A lo largo del río puedes ver más paredes con ataúdes colgantes. Esto no lo había visto nunca en ningún lugar del mundo hasta ahora.
Los más pequeños eran de algún niño y otros se metían en la caja en posicion fetal (de ahi la silla que hay junto alguno)
Si bien está junto al pueblo, hay que subir y bajar empinadas cuestas que te dejan ciertamente cansado por lo que hemos decidido tomar un café tranquilamente antes de empezar con el plato fuerte del día.
Tras estudiar las posibilidades de visitar las famosas cuevas de Sagada, hemos decidido hacer lo que habíamos leído que era lo más complicado, pensando que no sería para tanto ... pero ha sido más que eso. Elegir la Cave conection suponía cruzar desde la Lumiang burial cave a la Sumaging cave bajo tierra ya que ambas grutas están unidas. Al parecer sólo nosotros hemos hecho ésto hoy ya que no hemos visto más gente hasta el final de nuestro trekking subterráneo cuando ya prácticamente salíamos de la segunda cueva.
Nuestro guía portaba una lámpara de gasolina y por supuesto ningún tipo de equipo, lo que daba a entender que sería algo sencillo. Pues no, nos ha encantado pero incluso nos hemos encontrado en ocasiones asustados por no decir otra cosa y francamente sería necesario, cuanto menos, la utilización de cascos. Tan sólo en algunas fases complicadas del trayecto habían cuerdas de las que agarrarte. Imagino que en un país occidental esta actividad estaría prohibida sin medidas de seguridad, pero insisto, tras los aproximadamente 800 metros de recorrido durante dos horas en los que hemos pasado por espacios donde apenas cabíamos, atravesar a nado un par de pequeñas salas aparte de otros muchos andando con el agua hasta la cintura y subiendo y bajando por piedras resbaladizas, debo decir que ha sido inolvidable... Una verdadera aventura.
Cuando hemos entrado en la primera cueva, la Lumiang buried cave, tal y como indica su nombre, hemos encontrado apilados alrededor de 100-150 ataúdes antiguos. Tras el descenso a la primera cámara a través de un muy angosto túnel que debíamos bajar arrastrándonos para no golpearnos la cabeza, había unos pocos más y alguna calavera aislada que el guía nos ha comentado que cayeron de la sala superior en el último gran terremoto que hubo en la zona.
El resto del recorrido mejor verlo en fotos, obviamente cuando hemos tenido que nadar le hemos dejado el móvil al guía que iba por otro camino más peligroso por el que no era recomendable que nosotros lo intentáramos, aún así, ha habido momentos realmente complicados y muy peligrosos y más teniendo en cuenta que dependíamos de una lámpara y en última instancia de la luz del teléfono.
En una fase más que complicada algún gracioso había dejado la cuerda arriba, ha sido quizás el peor momento ya que el guía ha tenido que escalarlo y desde abajo hemos temido que cayera y se quedará ahí.. Finalmente ha tirado la cuerda, ha bajado de nuevo y apoyando nuestros pies en sus hombros y con mucha dificultad hemos escalado esa roca de unos 4 metros de alto muy resbaladiza y sin apenas salientes para apoyar los pies... Marta se ha quedado temblando tras conseguirlo, pero se le ha pasado rápidamente.
Hemos atravesado después una sala enorme, del tamaño y altura de una iglesia grande en la que los murciélagos producían un fuerte sonido que casi parecía música aunque la falta de luz y la altura de donde colgaban nos ha impedido verlos de forma clara.
Tras dos horas largas hemos visto de nuevo la luz natural... Ha sido una gran aventura...no apta para todos los públicos y que en mi caso se ha saldado con ligeros rasguños en las rodillas.
Tras dos horas largas hemos visto de nuevo la luz natural... Ha sido una gran aventura...no apta para todos los públicos y que en mi caso se ha saldado con ligeros rasguños en las rodillas.
Después de la necesaria ducha y cambio de ropa seca hemos comido en un sitio muy chulo con vistas a la montaña. La comida buenísima y acompañada, en mi caso, de una versión de cerveza San Miguel muy singular. Posteriormente hemos vuelto por la tarde a tomar un batido ya que empezaba a llover y sería un sitio estupendo para ver la tormenta que parecía iba a descargar, pero al final se ha quedado en cuatro gotas y otros cuatro truenos.
Antes habíamos ido a la aldea de Demang, origen de la actual población de Sagada. Calles muy tranquilas con muchos niños, perros y gatos. Lo mejor todos los niños que nos saludaban.
Esto ya es aventura extrema, Muy buenas las fotos.
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